Para tres personas he puesto un vaso y casi medio de agua, uno de harina de trigo y una cucharadita de sal. Ponemos el agua al fuego y en cuanto rompe a hervir añadimos la sal y apagamos. Echamos la harina de golpe y removemos hasta que veamos una masa uniforme. Es una masa densa que cuesta un poco de esfuerzo trabajarla. Ponemos en una churrera. La mía es de la marca Ibili, la compré en María Lunarillos y me costó unos 20 euros. Es interesante pues incorpora boquillas y discos para otras preparaciones, pastas por ejemplo. También puedes comprar una más sencilla en un bazar.


Si te fijas en la imagen, el disco de la derecha es el que utilizo para los churros.

Para evitar quemaduras y salpicaduras de aceite, pongo papel de hornear y voy haciendo con la churrera los bastones. Si quieres puedes darles forma de lazada. Ponemos AOVE en la sartén y cuando está bien caliente vamos echando los churros y bajamos un poco la temperatura del fuego. Cuando están dorados damos la vuelta. Sacamos a un plato con papel absorbente y servimos rebozados en azúcar.





La calidad del aceite que usemos para freír será determinante en la calidad de nuestros churros. Yo los hago con aceite de oliva virgen extra (AOVE) y salen espectaculares.

Si haces churros para muchas personas te aconsejo que utilices una amasadora, tus manos lo agradecerán.

La masa de churros no lleva ni bicarbonato ni levadura. Hay quien pone una o dos cucharadas de aceite, seguro que se amasa mejor, pero con solo harina sal y agua quedan muy parecidos a los que preparan en las churrerías madrileñas.

Ánimo y paciencia, merece la pena un desayuno así...