Prepara pan para mojar en esta deliciosa salsa. Si, las almejas quedan muy ricas pero, lo mejor es pringar un buen trozo de pan... mmmmmmmmm

2 k de almejas 

450 g de cebolla cortada pequeñita (puse una bolsa de la congelada)

3 dientes ajo muy picaditos

AOVE 

Sal del Himalaya 

1 vaso de vino blanco de rueda 

1 vaso de agua 

Perejil picado fresco o congelado, nunca seco

Ponemos a remojo, en agua de sal, las almejas para que suelten la arena.

Rehogamos la cebolla con AOVE en la olla, menú guiso y temperatura 140 grados. Pasados unos minutos bajamos a 130 para que no se queme. Añadimos el ajo y continuamos rehogando. El punto es cuando comienza a dorarse. 

Aclaramos las almejas con agua limpia y las añadimos a la olla por tandas. La temperatura ahora 180 grados en menú guiso. Rehogamos con la cebolla y las vamos sacando, una a una, a medida que se van abriendo. Las almejas no se abren a la vez, y si las mantenemos en la cubeta, las primeras que se hayan abierto se secarán y se nota a la hora de comerlas. Compensa hacerlo de esta forma.

Repetimos el procedimiento con todas. Procura sacar el mínimo de cebolla al coger cada almeja.

Si quieres este proceso puedes tenerlo hecho hasta con un día de antelación y terminar el plato en el momento de servirlo.

Volcamos todas las almejas en la cubeta, menú guiso, 160 grados, añadimos el vino y dejamos que se evapore el alcohol. Ponemos el agua y removemos con cuidado. Cuando rompe a hervir de nuevo echamos las dos cucharadas de perejil, mezclamos y dejamos dos minutos. Probamos la salsa y si hiciese falta añadimos un poco de sal del Himalaya.

Servimos inmediatamente y acompañamos, obligatoriamente con un buen pedazo de pan.